EL CIELO Y LAS NUBES

EL CIELO Y LAS NUBES

Sea como sea nuestra vida, nuestra naturaleza de buda, tambien llamada nuestra naturaleza de la mente, siempre está presente. Y siempre es perfecta. Decimos que ni siquiera los Budas en su infinita sabiduría pueden perfeccionarla, ni los seres conscientes estropearla en su al parecer infinita confusión. Nuestra verdadera naturaleza podría compararse con el cielo, y la confusión de la mente ordinaria con las nubes.

Cuando estamos en tierra mirando hacia lo alto, se nos hace muy difícil creer que haya algo más que nubes. Sin embargo, sólo hemos de remontarnos en un avión para descubrir sobre ellas una extensión ilimitada de transparente cielo azul. Desde allí arriba, las nubes que suponíamos lo eran todo parecen minúsculas y remotas.

Siempre debemos tratar de tener presente que las nubes no son el cielo y que no le «pertenecen». Sólo están ahí suspendidas, desplazándose a su manera un tanto ridicula y no dependiente. Y nunca pueden manchar el cielo ni dejar huella en él en modo alguno. Entonces, ¿dónde se encuentra esta naturaleza de buda? Está en la naturaleza de nuestra mente, semejante al cielo. Absolutamente abierta, libre e ilimitada, es en su fundamento tan sencilla y natural que nunca puede complicarse, corromperse ni mancharse, tan pura que se halla más allá incluso de los mismos conceptos de pureza e impureza. Decir que esta naturaleza de la mente se asemeja al cielo es, por supuesto, una metáfora que nos ayuda a imaginar un poco su carácter ilimitado que todo lo abarca, puesto que la naturaleza de buda tiene una característica que el cielo no puede poseer, la de la claridad radiante de la conciencia. Como se ha dicho:

Es sencillamente tu impecable conciencia presente, cognoscitiva y vacía, desnuda y despierta.

Dudjom Rimpoché escribió:

No hay palabras que puedan describirla, no hay ejemplo que pueda enseñarla.

El samsara no la hace peor, el nirvana no la hace mejor.

Nunca ha nacido, nunca ha cesado, nunca se ha liberado, nunca ha sido engañada, nunca ha existido, nunca ha sido inexistente, no tiene ningún límite, no entra en ninguna clase de categoría.

Nyoshul Kehn Rimpoché4  dijo:

Profunda y tranquila, libre de complejidad, claridad luminosa no compuesta, más allá de la mente de las ideas conceptuales; tal es la profundidad de la mente de los Victoriosos.

En ella no hay cosa alguna a eliminar, ni nada que se le deba añadir.

Es meramente lo inmaculado contemplándose naturalmente a sí mismo.

(Del Libro Tibetano de la Vida y de La muerte de Sogyal Rimpoche)

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